Érase una vez, por Guge

Un día me preguntaron cómo llegue hasta aquí. Dos semanas después recordé aquello y decidi plasmar ese recorrido en este blog. Obviamente, los que me conocen lo sabrán, esa respuesta intentará estar netamente orientada a la elección de mi vocación docente. No sólo será un cómo sino también un cuándo, un por qué, un con quién, un para qué y para quién. 

Probablemente será un camino largo… y hacerlo corto llevará mucho tiempo.

Como en la mayoría de las personas, la escuela fue mi segundo hogar durante muchos años. Además mi madre trabaja en una escuela desde que tengo uso de razón, mi hermana es docente en el Nivel Primario y mi primer empleo fue en una escuela, el cual mantengo hasta el día de hoy.

Y allí mismo es donde nace este deseo personal por ser docente, incentivado por una gran persona que la vida me dio la suerte de conocer. Estela Risoli es su nombre, en aquel entonces, allá por el año 2007 era vicedirectora de la Escuela n° 17 D.E. 5° de Pompeya. Actualmente es jubilada y está disfrutando de su merecido descanso.

Podría decir que ella fue, es y será algo así como “mi madre pedagógica”. Desde el momento en que me conoció me insistió en que yo debía ser docente, a lo cual yo no respondía nada pero siempre hizo ruido en mis oídos cada una de sus palabras. Además de esto, Estela es la gran responsable de que yo haya podido volver a estudiar, ya que por horarios laborales había tenido que abandonar mis estudios. Previo al Profesorado en Educación Primaria, yo cursaba la carrera de Psicología en la UBA. Luego de dos años, agotadores por cierto, abandone aquello y me inscribí para “ser maestra”.

En diciembre de 2008, Estela nos da la noticia de que se va de la escuela. Cuando viene a despedirse personalmente de mí, vuelve a insistirme en aquello de que yo “debía ser docente”. A diferencia de las anteriores veces, yo esta vez sí tenía una respuesta para darle. Es así que le comunique, siguiendo su consejo, que hacía una semana me había inscripto en el Profesorado de Educación Primaria, para “ser maestra”. La noticia la puso más feliz de lo que me hubiese imaginado, lo que se fundió en un gran abrazo y unas cuantas lágrimas.

Es por todo lo anterior que siempre supe y mantengo hasta el día de hoy que Estela es una de las grandes responsables de que yo haya llegado hasta aquí. Digo “una” porque en este camino que es largo por cierto, no sólo importa el principio del camino sino todo su recorrido. Y personalmente tengo la suerte de estar acompañada por grandes personas que siempre me acompañan, brindándome su confianza, compañerismo y apoyo incondicional. En claro quiero dejar que sin ellas, no creo hubiese llegado hasta aquí.

Hoy nos encontramos, mis compañeras de siempre y yo, cursando el  3° año y creo, no en vano, uno de los años más importantes, después de ya haber hecho la mitad de este camino que es el “ser maestra”, este año nos plantea el gran desafío de estar ahí delante de tantos niños, con mucho entusiasmo y alegría, con la tiza en la mano, con muchas ganas de enseñar y aprender, brindando lo mucho que aprendimos, siempre con mucha responsabilidad y respeto, y por sobre todo con mucha vocación, que es por eso que hemos llegado hasta aquí.

En todo esto, merece un párrafo aparte “mi alma gemela estudiantil”, tal cual ella lo definió el día en que nos conocimos. Hoy “mi pareja pedagógica” y por sobre todo mi gran amiga de la vida. Gabriela Ces también es una de las responsables de que yo esté aquí, me acompaña desde el día uno, me levanta cada vez que me caigo y por sobre todo comparte los mismos intereses que yo. Es así, recorriendo el camino juntas, cómo las dos llegamos hasta aquí, para “ser maestras” pero nunca olvidándonos lo que alguna vez nos dijo un gran profesor “la gran maestra es la vida misma”.